Desde la obra del Centro de Formación Técnica Estatal de San Antonio en la que participa con su propia empresa, el profesional repasa los principales aprendizajes obtenidos durante su formación académica.
¿Por qué te decidiste a estudiar Ingeniería en Construcción?
El análisis que hice fue buscar una carrera en la que después pudiera tener independencia, en la que no necesariamente tuviera que buscar una empresa para trabajar. Para mí era: se puede llegar a ser independiente, construyendo casas y edificios. Pero la carrera resultó ser mucho más amplia… en la asignatura de introducción tuve una clase sobre basura y gestión de residuos sólidos, y otra sobre obras civiles. Entonces, ya desde el primer año se comienza a entender que es más que eso; sin quitarle el mérito a la edificación.
¿Qué aprendizajes destacas durante tu carrera?
El punto central mío era que yo no tenía grandes habilidades blandas, me costaba poder expresarme bien. Entonces, me recomendaron que buscara una ayudantía, porque ahí me iba a ver obligado a desarrollarlas, como una terapia de shock. Así hice mis primeras ayudantías en laboratorio, entretenidas, porque eran un poco prácticas y un poco teóricas.
Después con un compañero, amigo y hoy socio, comenzamos a ver que existían proyectos de investigación, pero que la mayoría de los estudiantes no tenían la actitud de pedir a los profesores colaborar en ellos. Entonces postulamos a un primer proyecto, que no lo ganamos, pero ahí el profesor Álvaro Peña nos invitó a un estudio, comprometiéndonos a participar independientemente de si nos ganábamos el fondo o no. Ahí trabajamos con un nuevo docente que se integraba a la Escuela, Matías Valenzuela -hoy jefe de Carrera de Ingeniería Civil en Construcción- y con sus alumnos tesistas, haciendo inspecciones de estructuras y levantamiento de información para el Ministerio de Obras Públicas (MOP).
Después ingresamos a un proyecto con la Escuela de Ingeniería Informática, que era de Smart City, y participé en muchas otras cosas, porque yo siempre andaba preguntando. Tampoco tuve el miedo de pensar que los profesores son dioses; yo lo veía como que uno tenía que ir a resolver dudas con ellos, o a buscar una investigación, o simplemente a hablar de lo que es la profesión. Cuando después hice la ayudantía de introducción a la ingeniería, pude transmitirles eso a los que estudiantes que entraban: que se acercaran a sus profesores.
Además, los proyectos me permitieron involucrarme con otras disciplinas, informáticos, civiles industriales, eléctricos, expertos del MOP. Me sirvió en la parte de las relaciones y en la red de contactos; de hecho, mi práctica II fue gracias a las relaciones que creé en los proyectos.
Entonces, nunca fueron las mejores notas, yo siempre fui de dar harto examen, porque a mí me entretenía esto de estar en los proyectos. Así aprendí mucho, porque había que estudiar todos los contenidos, y como mi manera de estudiar siempre ha sido hablando, después eso mismo me servía para discutir los temas en los proyectos.
Experiencia española
Entonces decides ir a hacer la doble titulación en España…
Cuando yo entré a la carrera, veía que todos los profesores estudiaban doctorados afuera, en España o en Francia. Yo no conocía ese mundo, pero no lo vi tan lejano, porque los profesores contaban que estudiaron gracias a los convenios que tiene la misma universidad. Entonces, yo inicialmente quería irme a hacer un postgrado, y en eso salió el convenio de doble título con la carrera de Ingeniería civil mención en construcción civil, de la Escuela Técnica Superior de caminos, canales y Puertos de la Universidad de Cantabria. Un profesor me recomendó: me dijo es una buena escuela, una rica ciudad, es buena la experiencia de vivir y estudiar afuera.
Me fui cuando me quedaban 4 ramos que cursar en Chile. Teníamos que realizar 8 asignaturas -que eran semestrales, pero se dictaban anualmente, por lo que, si uno reprobaba, tenía que esperar un año completo para volver a cursarla- más la tesis. Se estudiaba harto, porque era profundizar en las materias -aun cuando en nuestra escuela las profundizamos bastante- como en cálculo estructural, impacto ambiental -algo nuevo para nosotros- y geotecnia, que, aunque era en inglés, como teníamos una muy buena base, teníamos una alta participación en clases.
¿Cuáles son los aprendizajes que más destacas en tu estadía afuera?
Yo siempre voy con la disposición de aprender en todo, de cosas muy sencillas: vivir el día a día allá en Santander, la cultura de la gente, el cursar una asignatura en inglés. La enseñanza de la profesión además era muy práctica: si nos enseñaban un puente, la escuela tenía un convenio con la empresa que lo construía, entonces nos mostraban todo el proceso. En hidráulica, conocimos una represa, vimos los rellenos sanitarios, las instalaciones donde se produce el agua potable. Eso me gustó bastante: que estando en el aula, igualmente era muy práctico.
¿Cómo fue hacer tu tesis allá?
Eso fue un punto: hacerla con un profesor que no conocemos. Pero el profesor Juan Palma (PUCV) habló con un contacto de allá, y él me presentó inmediatamente 3 temáticas. Elegí una de ensayo en laboratorio, y ayudaba a una tesis doctoral de un estudiante de allá. Ahí me di cuenta que la excelente relación de la Escuela de Construcción PUCV con Cantabria, es porque todos los profesores chilenos que fueron para allá, dejaron algo… entonces cuando un profesor de allá se enteraba de que éramos de la Católica, era otro el trato.
¿De qué te sirve hoy, en tu desempeño profesional, haber tenido esa experiencia afuera?
Como ya dije, yo quería desarrollar mis habilidades blandas, y allá fue como el peak. Hoy se me hace muy difícil sentirme intimidado cuando hablo o negocio con alguien, porque allá era otra cultura: poder tratar por el nombre a los profesores, reír con ellos, generar amistades. Porque en lo profesional fue más información que entró en mi cabeza, pero sin las habilidades para expresarse, no hubiera podido aplicar lo que aprendí.
La empresa propia
BIM Solution Group es el nombre de la empresa que Esteban constituyó en junio de 2020 junto a José Lemus y Camilo Valle, y que se dedica a la modelación de arquitectura y superficies, a la capacitación, y a la Identificación de puntos críticos para la gestión en el diseño y ejecución de un proyecto de construcción, a través de la metodología Building Information Modeling. Hoy, después de trabajar para algunas inmobiliarias, su empresa se encuentra haciendo la modelación y coordinación BIM del CFT estatal de San Antonio.
¿Cómo ha sido la experiencia de tener una empresa propia?
Ha sido toda una experiencia, crearla, gestionarla, pero vimos que existía una necesidad y que nosotros podíamos cubrirla. Esto, porque la CORFO está llevando a cabo el plan BIM, que busca estandarizar la aplicación de esta metodología a nivel nacional, primero en las licitaciones públicas, luego en las licitaciones privadas.
Una escuela
Después de todo lo que has conseguido, ¿Por qué recomiendas la Escuela de Ingeniería en Construcción PUCV?
Porque aparte de que va a tener una nueva infraestructura, es destacable el alto estándar de sus académicos. Los profesores como profesionales, son grandes profesionales; los que se dedican a la investigación son grandes investigadores, los que tienen sus empresas, son grandes empresarios. Además, la mayoría de ellos siguen estudiando, perfeccionándose, participan en las normas, en Congresos Internacionales, reciben premios. Al tener harto trote, tienen qué explicar en la clase, más allá de lo que dice la diapositiva. Por otra parte, la escuela profundiza en muchas áreas: estructura, mecánica de suelos, aguas… faltaba profundizar en medio ambiente, pero ahora lo está integrando más.
¿Qué te parece la creación de la nueva carrera de Ingeniería Civil en Construcción?
El enfoque me parece excelente, porque retoma algo que parecía un poco más lejano en la Escuela, que es la gestión de la construcción, de todas las fases, desde la planificación, la programación, el diseño de las distintas etapas de la construcción, hasta llegar a la mantención de la estructura ya construida.